El negro y su historia III

Por Jesús Agualimpia

Director de Pacífico Siglo XXI

“Si tú tienes un perro, yo debo tener un perro; si tienes una casa, yo debo tener una casa; si tienes un revolver, yo debo tener un revolver; si tienes un carro, yo debo tener un carro; si tienes la oportunidad de estudiar, yo debo tener la oportunidad de estudiar.   Eso es igualdad. Pero no me digas que tú y yo somos iguales cuando hoy estás pensando a qué lugar del mundo te vas de vacaciones, y yo estoy pensando cómo me consigo el desayuno de mañana. Eso se llama inequidad y la genera el racismo y la discriminación que ustedes le ejercen a los negros en este país. Y tú me vienes a decir que somos iguales. Eso no es igualdad”.

Lo anterior lo decía el defensor de los derechos de los afroamericanos, Malcom X, cuando salía de una charla con los estudiantes de la Universidad de Detroit y lo abordaron los periodistas.  Era 1962 y su discurso sigue tan vigente como entonces.

Malcom agregó: “la palabra ‘igualdad’ la incubaron los religiosos católicos en América para apaciguar la rebelión de los esclavos en contra de los esclavistas. Yo nací en esta tierra pero soy víctima del l norteamericanismo blanco que ejerce ese brutal racismo en contra de nosotros”.

Por estos días llama m la atención ver cómo los medios de comunicación y columnistas se ocupan del tema de la discriminación racial a raíz de lo ocurrido con el afroamericano George Floyd, quién perdió la vida en circunstancias brutales por un acto de racismo de un policía norteamericano. Llama la atención que personas a quienes les disgustaba o eran indiferente al tema de los negros, hoy escriben artículos sobre el racismo y la discriminación, lo cual, como periodista negro y defensor de nuestra historia y derechos, me complace.

Es un aliciente saber que gracias a los hechos que están ocurriendo en el mundo, tantas protestas tras el asesinato de George Floyd, se ha movido el corazón y la conciencia de muchos que tienen el privilegio de escribir o expresar sus ideas en periódicos y revistas.

Qué bueno sería que los que hoy escriben sobre la discriminación y el racismo tuvieran una mirada hacia dentro e hicieran una introspección para revisar qué pasa con la discriminación y el racismo en Colombia, y el porqué su familia y ellos mismos ejercieron la discriminación y el racismo de manera inconsciente para, a partir de ese análisis, asumir el compromiso de no seguir ejerciendo esta abominable práctica.

Como dijera una vez Pascual Augusto Charrupí: “todo aquel que no nace negro en Colombia lleva consigo la semilla del racismo y la discriminación porque desde pequeño les inculcan frases racistas que con el tiempo se convierten en un ejercicio permanente de racismo, desconociendo el daño tan grande que se nos hace como etnia”.

¿Quién de ustedes, amables lectores, en publico o en privado, no ha pronunciado la frase “qué suerte tan negra tengo”; o “ese hombre tiene un corazón negro”; o “esa mujer tiene el alma negra”?

Cuando en el Senado de la República meten un mico en un proyecto de Ley dicen: “aquí hubo mano negra”. Cuando expresan “esas aguas negras”, se refieren a las de alcantarilla.

Otra frase racista y dolorosa se escucha mucho en las playas: “salga del sol porque se va poner negro”. O la común expresión “negro tenía que ser”.  Y no falta el presentador de televisión que en horario estelar dice: “lista negra de los paras”; “día negro para la economía”. Cuando usted saque de su lenguaje estas expresiones, está haciendo una importante contribución a bajar los niveles de racismo en Colombia.

 

 

 

 

 

 

¿Qué pasó el 8 de marzo de 1857?

El Día Internacional de la Mujer del 8 de marzo fue declarado por las Naciones Unidas en 1975. Dos años más tarde se convirtió en el Día Internacional de la Mujer y la Paz Internacional. En Estados Unidos se celebra oficialmente tan solo desde 1994, a pesar de que es en aquel país donde se encuentran los orígenes de la conmemoración. ¿Por qué se eligió ese día?
La explicación más verosímil se remonta a mediados del Siglo XIX, en plena revolución industrial. El 8 de marzo de 1857, miles de trabajadoras textiles decidieron salir a las calles de Nueva York con el lema ‘Pan y rosas’ para protestar por las míseras condiciones laborales y reivindicar un recorte del horario y el fin del trabajo infantil.

Fue una de las primeras manifestaciones para luchar por sus derechos, y distintos movimientos, sucesos y movilizaciones (como la huelga de las camiseras de 1909) se sucedieron a partir de entonces. El episodio también sirvió de referencia para fijar la fecha del Día Internacional de la Mujer en el 8 de marzo.
El capítulo más cruento de la lucha por los derechos de la mujer se produjo, sin embargo, el 25 de marzo de 1911, cuando se incendió la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York. Un total de 123 mujeres y 23 hombres murieron. La mayoría eran inmigrantes de entre 14 y 23 años.

Según el informe de los bomberos, una colilla mal apagada tirada en un cubo de restos de tela que no se había vaciado en dos meses fue el origen del incendio. Las trabajadoras y sus compañeros no pudieron escapar porque los responsables de la fábrica habían cerrado las puertas de escaleras y de las salidas, una práctica habitual para evitar robos.
Al no poder huir, muchas de las trabajadoras saltaron a la calle desde los pisos octavo, noveno y décimo del edificio. La mayoría de las víctimas murieron por quemaduras, asfixia, lesiones por impacto contundente o una combinación de estas causas.
El desastre industrial, el más mortífero de la historia de la ciudad, supuso la introducción de nuevas normas de seguridad y salud laboral en el país.

Antes de esta fecha, en EEUU, Nueva York y Chicago ya habían acogido el 28 de febrero de 1909 un acto que bautizaron con el nombre de ‘Día de la Mujer’, organizado por destacadas mujeres socialistas como Corinne Brown y Gertrude Breslau-Hunt.
En Europa, fue en 1910 cuando durante la 2ª Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague (Dinamarca) se decidió proclamar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.