Una visión de liderazgo

Por Jesús Agualimpia

Hablar de la pobreza y la miseria del Chocó es casi aludir a una verdad de Perogrullo. Lo preocupante es la pasividad de los chocoanos en la búsqueda de salidas a los males que los agobian desde hace muchos lustros.

Alguien decía que de la grandeza de sus hombres dependía el progreso de sus pueblos. Esta frase es de difícil aplicación en el Chocó, no porque carezca de hombres grandes e ilustres, sino porque, paradójicamente, entre más profesionales chocoanos se forman en las universidades colombianas, más evidente es el atraso y las condiciones de miseria del departamento.
Lo que sí se observa es un crecimiento individual, pero no colectivo. Algo contradictorio, si nos atenemos a nuestro ancestro tribal, caracterizado por el trabajo en equipo.

La realidad es preocupante. En ninguno de los 31 municipios se cuenta con una infraestructura eficiente en materia de servicios públicos y pese al esfuerzo de algunos dirigentes, la corrupción sigue haciendo de las suyas.

Aunque el Chocó tiene dirigentes capaces que sobresalen por su probidad, dedicación y compromiso social, se requiere un líder que aglutine los esfuerzos aislados y guíe al colectivo por los caminos de progreso y reivindicación. Un líder que sensibilice a la sociedad sobre la importancia de trabajar procesos en colectivo. Que sea acucioso y viva en permanente acción en favor de su comunidad. Eso se aprende desde la escuela. Cuando una persona con estas condiciones aspira a ser concejal, alcalde, diputado, gobernador o parlamentario, ya tiene una visión clara de lo que es su papel.

Valdría la pena que en épocas electorales la población tuviera en cuenta estas características a la hora de una votación. Sería un buen comienzo en el intento de darle la vuelta a una historia de negación y sufrimiento.

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