Petulancia y arrogancia en el poder

Por favor, que alguien me diga en el Pacífico o en Colombia dónde puedo conseguir un funcionario público
o dirigente negro que tenga rasgos de origen como lo son el respeto por los demás, escuchar para ser escuchado, preservar valores como la educación, la prudencia, la obediencia, el respeto por la palabra empeñada, aquella que hace fiables los actos cotidianos y le da credibilidad y autoridad al funcionario o dirigente para creer en lo que dice.
Busco un funcionario serio, aplomado, sin ínfulas de ‘sabelotodo’, que la petulancia y la arrogancia no sea un común denominador en su vida, que tenga sed de servir mas no de engañar a su gente para sentirse el mejor mediante discursos flojos por falta de contenido, discursos que navegan en el reino de la utopía aprovechándose de la ignorancia de su gente.
Da tristeza observar cómo alguien que los amigos de ayer lo conocieron en muchas dificultades y le dieron una mano, hoy aparenta ser ‘de mejor familia’ porque consiguió un cargo público. Entonces no contesta teléfono, no responde mensajes, no atiende a la gente y siempre finge estar ocupado. Sus reuniones son con la gente del alto ‘turmequé’ porque ya reunirse con los amigos de infancia no tiene chiste.  Cambia el caminado, el perfume, y se vuelve como ‘Ruperto Mena’, el disco del Grupo Niche.
Entonces, entre sus allegados empieza a perder puntos y a surgir rechazo por su actitud y comportamiento, logrando que la gente no lo soporte.
Lo más cierto y doloroso es que se termina el poder y vuelve a las calles a encontrarse con su realidad. Allí entiende que ni Duque ni Sarmiento son sus amigos y que nunca estuvo sentado con ‘Dios’ hablándole de tú a tú como él creyó.
Y es así como aprende que lo mismo le ha ocurrido a la mayoría que le antecedió. Ojalá esos funcionarios de hoy tomen conciencia para que no corran la misma suerte, porque como lo dice el viejo dicho, “todo aquel que no conoce su historia estará condenado a repetirla”.
Por favor, no se aterre al comprobar que este comportamiento lo encontramos en nuestros ministros, senadores, representantes a la Cámara, en el sector judicial, en los gobernadores, diputados, alcaldes, concejales, secretarios de despacho y funcionarios de bajo rango. También en el sector privado, y en donde hemos alcanzado alguna representación importante. ¿Qué hacer para desterrar este comportamiento?

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