Es seguramente uno de los mejores delanteros en la historia del país. Fue el autor del gol del empate 4-4 entre Colombia y la Unión Soviética en el Mundial de Chile 62, la primera gran hazaña del fútbol nacional. Con Millonarios hizo 99 goles. Murió en 1975, a los 38 años, debido a un accidente de tránsito.
Marino Klinger nació en Buenaventura el 7 de febrero de 1936 y murió en Cali el 19 de mayo de 1975. Será recordado como uno de los más grandes futbolistas de la historia de Colombia.
Marino empezó a jugar en el Colegio Pascual de Andagoya. De allí encaminó sus pasos a Bogotá, concretamente a Millonarios, donde llegó el 11 de noviembre de 1957, procedente del conjunto Oro de Buenaventura.
De la mano del técnico Gabriel Ochoa Uribe salió por primera vez campeón, en 1959. En el equipo azul perduró hasta el 28 de febrero de 1967, jugando buena parte de ese tiempo al lado de su paisano de infancia, el también porteño ‘Maravilla’ Gamboa.
En ese lapso conoció cuatro títulos más en forma consecutiva, entre 1961 y 1964, además de hacer parte del elenco ‘Embajador’ en la primera versión de la Copa Libertadores de América, en 1960, teniendo compañeros de la categoría de ‘Cobo’ Zuluaga, Rubén Pizarro, ‘Pibe’ Díaz, Rodolfo Michelli, Carlos Alberto Bolla, entre otros.
En el Estadio Nacional de Santiago de Chile contribuyó, con dos dianas, a la goleada que Millonarios le propinó a Universidad de Chile por 6-0, en el primer partido ‘copero’ de un equipo colombiano en tal torneo: primer partido oficial de un equipo de Colombia.
Un año más tarde, en el estadio de Arica, también en Chile, Marino Klinger anotó a los 31 minutos del tiempo final el histórico gol del empate a cuatro goles de la Selección Colombia frente a la Unión Soviética en el Mundial de Chile 62, resultado que aún es leyenda en nuestro balompié.
Luego de dos años de ausencia Marino retornó a la Copa Libertadores, pero ya en las toldas de Independiente Santa Fé, equipo al cual se vinculó en la primera semana de marzo de 1967, haciendo una vez más dupla con Delio Gamboa y bajo la conducción del médico Ochoa Uribe.
Doce días después de haber cumplido los 38 años de edad, tiempo para el cual ya había dejado el balompié como profesión y estaba dedicado por entero a la odontología, Marino Klinger Salazar, posiblemente el mejor centro delantero vallecaucano de la historia en muchos años, pereció trágicamente en la madrugada del lunes 19 de mayo de 1975, cuando el Renault-4 de placas NB-1303 que conducía, se precipitó a las aguas del río Cali, a la altura del barrio Calima.
Según dictamen del médico forense Hernando Espitia, el futbolista murió por asfixia en el lecho de un río inferior a un metro de profundidad en tal sector. Después de algo más de tres décadas, el recuerdo de Marino Klinger Salazar está vigente y el balompié nacional y vallecaucano sigue clamando por un hombre de sus ejecutorias. El estadio de fútbol de Buenaventura trae su nombre para perpetuar su memoria.
Con información del blog de historiapersonajesafro.blogspot.com.co