Por Jesús Agualimpia – Director de Pacífico Siglo XXI
En la vida hemos visto, leído y escuchado muchas clases de poder y he llegado a la conclusión que el único poder eterno es el de Dios, el resto son efímeros, pasajeros.
En la historia de los seres vivos siempre se ha ejercido el poder. Nerón definía el poder como el encanto del sonido de una lira. Cristo lo definía como la fuerza de la palabra. El Mahatma Gandi lo definía como la capacidad de persuasión; Martín Luther King lo definía como la fuerza de voluntad.
El boxeador Mohamed Alí, por su parte, decía que el poder estaba en la fuerza del movimiento; Napoleón, que en la estrategia. Julio Iglesias asegura que en el encanto. Diego Luis Córdoba, decía que su poder estaba en su inteligencia.
Malcom X, en su último discurso en Harlen, le decía a los jóvenes que en Norteamérica existían dos clases de poder: el político y el económico y estos a través de la historia han dominado y divido a la humanidad. Aseguraba el líder Afroamericano que sin estos poderes los negros no podían avanzar y para logra los era necesario el uso de cualquier método, empezando por la educación, para adquirir conocimientos y con ello, el respeto a nuestros semejantes.
Ante estas palabras de un líder de la talla de Malcom X surgen otros interrogantes: ¿Nuestros dirigentes saben qué significa el respeto a sus semejantes? ¿Saben qué significa el poder y lo efímero del mismo? ¿Será que olvidan que fueron elegidos por el pueblo y que a él volverán al terminar su período? ¿Será que no saben el valor que tiene una mentira y la repiten con tanta facilidad? ¿Por qué será que se dejan manejar como títeres por tantas leyes extranjeras? ¿Para qué se utiliza el poder en Colombia, para ejercerlo en la parroquia?
Para demostrar su capacidad de amedrentar, amenazar, juzgar; presionar, acosar, exhibir, hacer demostraciones de fuerza, mostrar indiferencia, ser indolente, inhumano e insensible del dolor ajeno; también se ve el poder para destruir lo construido y para humillar, dar falso testificaciones y utilizar a las personas. Hay otros que lo usan para construir, mejorar, rescatar e influir positivamente ejerciendo liderazgo para desterrar el abandono y conseguir la paz.